viernes, marzo 31, 2006

Cómo vivir de verdad nuestra fe

Si su trabajo es motivado por amor, hecho en el nombre de Jesús, y para exaltar a Dios, se verá vigorizado por él. Dios le envía cada día oportunidades para influya positivamente a quienes le rodean. ¡Cómo le agrada al Señor ver que su fe brilla cuando ayuda a los demás! Su “servicio” puede ser sólo una sonrisa agradable, una palabra de aliento, o un oído atento. Pero en algunas situaciones, Dios pudiera pedirle que sacrifique tiempo o que comparta generosamente sus recursos. El amor que Dios le da por los demás lo impulsará a sacar tiempo para ellos y a no considerar el costo. Si se derrama amorosamente a los demás, tendrá una sensación de satisfacción y alegría.

Su servicio debe hacerlo siempre “en el nombre de Jesús”. Significa que todo lo que haga deberá armonizar con la voluntad revelada de Dios, y que no se oponga a las Escrituras. Servir en el nombre de Jesús quiere decir también que está actuando en obediencia a Su voluntad, haciendo lo que Él manda y en Su tiempo. Vivir de verdad su fe es depender del poder del Espíritu Santo.

Sólo si se rinde a Su control, puede su trabajo producir verdadero fruto espiritual.

La gente sabrá que su fe es real cuando sus acciones exalten a Dios, no a usted mismo. Como embajadores de Cristo, debemos servir con excelencia para que sea Dios quien reciba la gloria que Él merece. Cualquier éxito que tenga le pertenece a Dios, cuyo Espíritu está operando a través de usted; por eso no tiene ninguna razón para jactarse.

jueves, marzo 30, 2006

Un espíritu de humildad

Algunos creen que tener una mala opinión de sí mismas es una señal de humildad. Pero Pablo es un precioso ejemplo de cómo debemos acercarnos a Dios. Él no se reprocha a sí mismo, ni le dice a Dios lo vil y pecador que es. Más bien, habla frecuentemente con un espíritu de humildad acerca de la gracia de Dios. Hay siete cosas que podemos hacer para que Dios desarrolle ese espíritu en nuestra vida.

Para procurar la humildad, es necesario morir al yo. Debemos rechazar ponernos en primer lugar, y más bien preguntar al Señor cuál es Su voluntad para nuestra situación. Dios quiere que nos dediquemos a los demás, porque Él nos ha hecho representantes de Su verdad, algo que necesitan mucho quienes nos rodean. Y cuando Dios bendiga a otros, nosotros, como seguidores de Cristo, debemos alegrarnos por las cosas buenas que les suceden (Romanos 12:15).

En cuanto a nosotros, debemos depender totalmente de Dios. Si queremos vivir con auténtica humildad, debemos confiar en Él en todas las circunstancias. El Señor nos tiene reservadas muchas cosas buenas. Si dirigimos nuestros pensamientos continuamente a Su gracia y a Su bondad, nuestra confianza en Él crecerá. También es importante que nos distanciemos de todo lo que apele a nuestro orgullo, como la riqueza, el prestigio, la lista es interminable para cada persona. Por último, debemos resolvernos a obedecer a Dios, no importa las consecuencias.

Cuando usted se humille delante de Él, podrá señalar ese día como el comienzo de la mejor parte de su vida.

El juzgar a los demás (Lc. 6. 37-38, 41-42)

é7:1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 7:2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. 7:3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 7:4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 7:5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano. 7:6 No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.

martes, marzo 28, 2006

CÁRCELES EN LAS QUE NOS ENCERRAMOS

por el hermanos Carlos Rey

Paysandú, Uruguay, una hermosa ciudad moderna y progresista, ubicada en la margen oriental del río Uruguay y reflejada día y noche en sus mansas y verdes aguas, tenía un problema. Acababa de inaugurar su nueva cárcel, pero no tenía ningún preso para encerrar en ella. El alcalde inauguró el edificio con una ceremonia muy solemne, y pronunció un encendido discurso. Lo único que faltaba —se lamentó el alcalde— era alguien que estrenara las cómodas y limpias celdas. Se citaron diversos nombres de delincuentes conocidos —ladrones, asaltantes, estafadores, cuatreros—, pero no se encontró ningún candidato apropiado.

Luego sucedió una de las ironías de la vida. En pocos días se descubrió en la ciudad un gran contrabando de automóviles en el que estaba implicado el alcalde mismo. ¿Quién hubiera pensado que aquel hombre que inauguró la cárcel habría de ser el primero en estrenarla?
Los seres humanos continuamente fabricamos cárceles en las que nos encerramos nosotros mismos. Bien lo dijo Amado Nervo: «Cada día remachamos un eslabón más de la cadena que ha de aprisionarnos.»

Una de las cárceles más nefastas en la que nos encerramos es la del miedo. Algunos tememos a la enfermedad y a la muerte prematura sin saber siquiera si tal vez pasemos toda la vida sin tener que sufrirlas. ¿Qué ganamos con semejante temor? ¿Acaso no nos priva de la paz interior, aprisionándonos en una celda de preocupación constante? Cristo tenía toda la razón cuando dijo: «¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida? ... Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.» 1

Aun en el peor de los casos no tenemos que temer. Si Dios permite que nos enfermemos o que muramos prematuramente, tanto la enfermedad como la muerte prematura pueden ser experiencias que nos liberen de las preocupaciones temporales de esta vida y nos lleven a concentrar nuestra atención en un porvenir eterno.
Así que en lugar de permitir que el temor a la enfermedad y a la muerte nos aprisione, encerrándonos en una cárcel como la de Paysandú, permitamos más bien que el amor de Dios, amor perfecto que echa fuera el temor, 2 nos libere de ese temor y nos lleve a estrenar una vivienda espaciosa como la que Dios nos tiene preparada más allá de la muerte, en la nueva Jerusalén. Allí vivirá Dios en medio de nosotros, y no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor. Pues como Dios mismo dice proféticamente en calidad de Alcalde de aquella ciudad santa: «¡Yo hago nuevas todas las cosas!» 3

viernes, marzo 24, 2006

La cobertura de Dios

“Guárdame como a la niña de tus ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas, de la vista de los malos que me oprimen, de mis enemigos que buscan mi vida.”

Me comentaron que Charles Wesley ( peredicador) caminaba por el bosque un día nublado cuando se vino una tormenta con relámpagos y se desató una lluvia caudalosa. La luz de un rayo iluminó el cielo, y un pajarito estaba tan asustado que voló hacia Wesley y trató de esconderse bajo su abrigo. Esta escena lo conmovió tanto que compuso el himno: “Jesús, amante de mi alma, déjame volar a tu regazo,mientras las aguas impetuosas cercanas estén,mientras la tempestad acose.

Escóndeme,oh mi Salvador, escóndeme hasta que la tormentade la vida haya pasado, seguro guiado a tu refugio.Oh, al concluir recibe mi alma”. Eso que ocurrió con Wesley, es lo que nuestro Señor Jesús hace, si nos volvemos a Él, nos esconde, sostiene y guarda.¿Están las tormentas de la vida desatándose furiosamente a su derredor? Escóndase de los nubarrones y chubascos, persistiendo en la oración y alabanzas al Señor, como dice Pablo, «Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!» (Filipenses 4:4) esto es estar bajo la sombra de las alas del Dios Omnipotente que habla el Salmo 91.Hay promesas preciosas de protección Divina para quienes ponemos en practica esta enseñanza, como ya lo henos visto, esta consiste en ponernos bajo la cobertura del Dios, Vivo, Real y Verdadero.“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Adonai: «Esperanza mía y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré».Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora.

Con sus plumas te cubrirá y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y protección es su verdad. No temerás al terror nocturno ni a la saeta que vuele de día, ni a la pestilencia que ande en la oscuridad, ni a mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegarán. Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto a Adonai, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal ni plaga tocará tu morada, pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán para que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y la víbora pisarás; herirás al cachorro del león y al dragón. «Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; lo pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y lo glorificaré. Lo saciaré de larga vida y le mostraré mi salvación».” (Salmos 91:1-16)

Ahora, recordemos que esto solamente puede ocurrir cuando oramos con plena certidumbre de la fe de Dios, con la confianza y seguridad que Él nos oye y que es nuestro Padre “Guárdame como a la niña de tus ojos” con clara conciencia que Él es el Dios Omnipotente y que Él nos hará justicia, porque quitamos de nosotros toda ira y renco; porque perdonamos incondicionalmente podemos decirle “escóndeme bajo la sombra de tus alas, de la vista de los malos que me oprimen, de mis enemigos que buscan mi vida” .

Leer la Biblia nos hará Sabios; creer su contenido sagrado nos hará salvos y practicar sus enseñanzas nos hará santos.

miércoles, marzo 22, 2006

PRINCIPIO BIBLICO

Capitulo 1:22-25

1:22 Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;
1:23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
1:24 Porque: Toda carne es como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae;
1:25 Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.

Capítulo 2:1-3

2:1 Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones,
2:2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación,
2:3 si es que habéis gustado la benignidad del Señor.

martes, marzo 21, 2006

AUN EN LA BASURA NACE EL AMOR

Por: El hermano pablo.

Eran dos montones de basura. Dos montones de sufrimiento. Dos montones de fracaso. Dos montones de abandono. Él se llamaba Juan Bojorque, y tenía sesenta y un años de edad. Ella, Sandy Estrada, y tenía cincuenta y uno. Ambos vivían en los basureros de una de las capitales del mundo.

Desocupados los dos, marginados los dos, sin recursos los dos, se juntaron para calentarse una noche de frío, y allí nació el amor; porque el amor puede nacer en cualquier parte, incluso en un basurero. Unos meses después, el clérigo Lorenzo Martín los unió en matrimonio. «El amor es como un lirio —expresó el sacerdote—. Puede nacer aun en el fango.»

Caso interesante. Dos personas, arrojadas a los basureros por los fracasos de la vida, sin dinero, sin empleo, sin esperanza, se conocen una noche de intenso frío. Con sólo mirarse a los ojos ya saben que, para siempre, serán el uno para el otro. Y al fin se casan, delante de Dios y de la ley. Seguirán, quizá, sufriendo las desventuras de la vida, pero como marido y mujer.
El amor no siempre nace en lujosos salones, bailando valses vieneses y bebiendo champaña francesa. Es interesante que el proverbista Salomón ya había previsto el hecho de que la pobreza no es obstáculo para amarse. He aquí sus palabras: «Más vale comer verduras sazonadas con amor que un festín de carne sazonada con odio» (Proverbios 15:17).

Juan Bojorque y Sandy Estrada tal vez siguieran comiendo las legumbres marchitas que encontraran en los desperdicios de los restaurantes, pero se amaban, y por eso les sabría como faisán al horno.

El amor es la esencia de la vida. Desgraciadamente el amor bueno e inmutable ha perdido su lugar en una sociedad donde la lascivia y la lujuria predominan. Pero no ha perdido, ni puede nunca perder, su refulgencia y su gloria, precisamente por su carácter íntegro, puro y santo.
Amor así no viene por sí solo. Hay que cultivarlo y hay que sustentarlo. Pero ese es el amor que une profundamente al hombre y a la mujer, que dignifica el matrimonio y que honra a Dios. Es también el amor que sobrelleva la enfermedad, que soporta la pobreza y que sobrevive toda tempestad.

A todo esposo y a toda esposa les conviene vivir esa clase de amor. Dios quiere que el amor de toda pareja sea así, y Él desea, intensamente, dárselo a cada una. Él hará que su matrimonio sea uno de armonía y permanencia, y transformará su unión en remanso de paz. Pero los dos cónyuges, juntos, tienen que desearlo y pedirlo. Más vale que lo hagan hoy mismo.

lunes, marzo 20, 2006

NO LO CREA

Lo transmitió por primera y única vez por la radio a principios de 1968, cuando él mismo tenía cuarenta y seis años de edad. Habían transcurrido exactamente tres años y medio desde que redujo su programa de quince minutos a cuatro, bautizándolo con el nuevo nombre de UN MENSAJE A LA CONCIENCIA. A este mensaje en particular, uno de los mensajes más personales de todos los que llegó a grabar, el Hermano Pablo le puso por título «¡No lo crea!»:
«Quiero en este día, mi amigo, ser muy franco con usted. Algún día le va a llegar la noticia (pueda ser que estas mismas ondas la transmitan) que el Hermano Pablo ha muerto. Digo eso por la sencilla razón de que tarde que temprano todos tenemos que morir. Si Jesucristo tarda en su regreso al mundo, todos los que ahora vivimos tendremos que pasar por el río de la muerte. Y aunque nadie sabe cuándo, todos sabemos que ese día es seguro. Así que, amigo, ya sea por voz audible, por el periódico o por estas mismas ondas radiales, algún día usted oirá la noticia que el Hermano Pablo ha muerto.

»Cuando eso ocurra, ¡no lo crea! Así como se lo estoy diciendo, ¡no lo crea! No, no es que alguien haya mentido. No creo yo que cupiera en el corazón de alguien engañar en una cuestión tan importante. No es eso. Si llegara el anuncio, lo más probable es que, en efecto, mi corazón haya dejado de latir. Pero el verdadero yo —aquello que es mi personalidad, mi fuero interno, mi alma, mi vida espiritual— no habrá muerto. Más bien, ese es el día en que estaré más vivo que nunca. Es que, amigo mío, yo nací dos veces.

»La primera vez nací en 1921. Pero volví a nacer en 1932, cuando tenía once años de vida física. El primer nacimiento fue el del cuerpo; el segundo nacimiento fue el del espíritu. Y aunque el cuerpo muera, el espíritu nunca morirá. Al contrario, el simple hecho de haber nacido de nuevo me garantiza vida eterna junto al Señor Jesucristo. Así que, cuando oiga la noticia que el Hermano Pablo ha muerto, no la crea. Será ese el día en que el verdadero Hermano Pablo se haya trasladado a una vida superior, a la vida eterna, a la vida en la que no hay enfermedad, ni dolor ni tristeza; donde no hay remordimiento, ni pecado ni muerte. Será ese el día, mi amigo, en que de veras he de estar vivo.

»¿Ha tenido usted la experiencia del segundo nacimiento? Jesucristo le dijo al dirigente judío llamado Nicodemo: “Os es necesario nacer de nuevo.” 1 Y, amigo, esa misma declaración es tan verdadera hoy como lo fue el día en que Jesús la hizo: ¿Ha nacido usted de nuevo?»

viernes, marzo 17, 2006

La amargura

Uno de los ejemplos más hermosos de un espíritu de perdón se encuentra en el libro de Génesis. A pesar de haber sido víctima de envidias, malas intenciones, y confabulaciones perversas, José tuvo una actitud de perdón sin igual. Él fue, un varón de Dios que supo cómo lidiar con el resentimiento, porque lo vemos respondiendo de la manera correcta a los maltratos recibidos.

Si nos negamos a perdonar, experimentamos una serie de pasos dolorosos. Primero, tendremos dificultades para manejar el daño que nos han hecho. Al perdonar en este momento, podemos saltar muchos de los pasos restantes. Pero si nos aferramos al resentimiento, la amargura echará raíces y experimentáramos la derrota en las relaciones, emociones, e incluso en la salud física. La derrota lleva al desánimo. Es posible que el mundo nos vea como triunfadores, pero no tendremos gozo. El amar a los demás y ser a la vez amados, obstaculizado. Al final, sobrevendrá la desesperación, la que genera una inquietud tan grande, que algunos recurren a las drogas, al alcohol, a los enredos amorosos, al placer, o al exceso en el trabajo, en un esfuerzo por encontrar alivio. Lamentablemente, ciertas personas toman medidas aun más desesperadas.

Pero hay esperanza para quienes son suficientemente sabios para buscar una salida espiritual a su desesperación. Un consejero cristiano o un pastor pueden ser capaces de ayudar a detectar lo que anda mal por dentro. Muchas veces las personas descubren una raíz de amargura que se desarrolló a partir de un espíritu falto de perdón. Pero cuando abrimos nuestro corazón y aceptamos ayuda, podemos encontrar libertad.

tambien puedes hablan en tu intimidad con Jesus y pedirle que quite de ti esa raiz de amargura y falta de perdon, te aseguro que el te escuchara y libertara.

La amargura

jueves, marzo 16, 2006

JUNTAS POR TODA LA ETERNIDAD

Nacieron juntas y vivieron juntas durante nueve años. Eran hermanas siamesas, unidas por el vientre. Cada una tenía sus propios órganos internos, excepto que compartían un solo corazón. Cuando nacieron, los médicos pronosticaron: «Tendrán a lo sumo una semana de vida.» Pero vivieron nueve años.
Estas eran las hermanitas Ruthie y Verónica Collins, de Johannesburgo, Sudáfrica, quienes sabían de seguro que iban a morir. Aunque sus padres jamás les hablaron de la muerte, ellas espontáneamente decían: «Nosotras moriremos pronto, pero sabemos que nos iremos con el Señor.» En efecto, murieron a los nueve años de edad con una diferencia de media hora. Su muerte fue pacífica, y la calma de ellas trajo calma a todos los que las rodeaban.
Nacieron juntas, vivieron juntas, y juntas pasaron a la eternidad. ¿Cómo podían ellas saber que irían a estar con el Señor? ¿De dónde viene una fe tan inamovible? ¿Como se puede tener esa seguridad?
Sus padres, Peter y Marlene Collins, tenían una relación íntima con Cristo. Habían aceptado con calma y resignación el anormal nacimiento de las niñas. Nunca renegaron contra Dios. Al contrario, les enseñaron a sus hijas la palabra de Dios y les hablaron de Cristo desde que tuvieron la capacidad de entender.
Nunca manifestaron pena o desagrado por la condición de las siamesas. «Dios lo permitió —dijeron siempre—, y Él sabe lo que es mejor.» Nunca les hablaron a las hijitas de muerte, o desgracia o fatalidad, ni les introdujeron una sola gota de amargura. La verdad es que ambos padres quedaron sorprendidos cuando Ruthie y Verónica dijeron, casi al unísono: «Pronto vamos a morir y nos vamos a ir con el Señor.»
Para los que cultivan una fe viva en Jesucristo, las penas y pruebas de la vida son siempre menores. Siempre las hay, pero las sobrellevan sabiendo que Cristo está con ellos. Las luchas de esta vida las sufren todos, los buenos y los malos, pero los que tienen su fe en Cristo triunfan sobre ellas.
No es que uno sea un favorito de Dios o un privilegiado, pero el cristiano genuino sabe desarrollar una fe viva, un carácter sólido, una esperanza inconmovible e inquebrantable en Cristo. Cualquier ser humano puede tener esa misma calma en medio del dolor cuando Cristo es su dueño y Señor.
Abrámosle nuestro corazón y nuestra mente a Dios. Démosle nuestra voluntad. Rindámosle nuestra vida entera, y comenzaremos a experimentar y a vivir una fe viva que vence al mundo y a sus dolores y problemas. Cristo quiere ser hoy nuestro Salvador.

miércoles, marzo 15, 2006

QUIEN ES JESÚS PARA TI.

Muchos ven a Jesús como un niño, pero eso niño solo significa obediencia y devoción, obediencia porque era obediente a sus padres terrenales, devoción porque creía y seguía las palabra de Dios, pero no tenia ningún poder, ya que, el poder lo recibió de lo alto la los 30 años, cuando fue bautizado.

Muchos ven a Jesús como un maestro, aquel el cual puede instruir su vida, que es sabio y da buena enseñanza, pero solo se queda allí, como maestro bueno.

Muchos ven a Jesús como, Jesús hijo de David, el cual al ser descendencia de un gran rey, tiene poder para hacer cosas grandes y maravillosas, pero que al igual que se padre en algún momento pasara.

Otros lo ven como el hombre que va haciendo milagros por el camino, y que tan pronto pase por mi lado lo tocare para tomar el mío, es el Jesús que solo nos damos cuenta que existe cuando tenemos necesidades.

Otros lo ven como uno que a hecho muchos milagros y esta colgado en la cruz, que al llegar la hora se van y no saben que el murió y lo bajaron de allí. Se quedaron que esa idea de un cristo milagroso crucificado.

Otros lo ven como el que caminando, hizo milagros, enseño, murió, lo bajaron de la cruz y al tercer día resucito y ascendió al cielo a sentarse a la diestra del padre, tomando todo poder en los cielos y en la tierra y debajo de ella. Y aun sigue haciendo milagros.

Ahora te pregunto ¿y tú como ves a Jesús?

lunes, marzo 13, 2006

Bendiciones espirituales en Cristo

1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
1:4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,
1:5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,
1:6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,
1:7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,
1:8 que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia,
1:9 dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en si mismo,
1:10 de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.
1:11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad,
1:12 a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.
1:13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
1:14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.

jueves, marzo 09, 2006

Nuestras insuficiencias

Muchos pensamos que los sentimientos de incompetencia son enemigos que debemos vencer, antes que amigos que podemos utilizar. En algunos casos estos sentimientos pueden prepararnos para tener los logros más grandes. Eso fue lo que descubrió el apóstol Pablo cuando se dispuso a predicar el Evangelio a toda la creación. A pesar de sus grandes conocimientos y sus numerosos dones, Pablo reconoció que no era suficiente en sí mismo para servir al Señor. Al tener esa actitud, pudo ir más allá de sus limitaciones personales y conectarse al poder sobrenatural.

Muchas veces, no somos capaces de dar este paso extra porque nos rendimos muy rápidamente a nuestra incompetencia. Podemos usar nuestras limitaciones como excusa para no aceptar una tarea difícil; por eso, decimos muchas veces: "No puedo hacer esto", o "No quiero esa responsabilidad", cuando nos vemos enfrentados al llamado de Dios a servir. Pues sepa que el Señor no aceptará esas excusas, porque Él le ha dado el Espíritu Santo para facultarlo en cualquier cosa que Él le asigne.

Si no reclamamos este poder sobrenatural, corremos entonces el riesgo de fracasar de muchas maneras. En primer lugar, nos perdemos el gozo, la paz y el contentamiento que se derivan de lanzarnos por fe para responder el llamado "imposible" de Dios, y para ver Su poder en nosotros. Además, nuestra vacilación puede privar a otras personas de los beneficios de nuestro servicio.
Quizás usted siente que no tiene que ofrecer. Pero no subestime la influencia de una persona que depende de la competencia del Dios Todopoderoso.

martes, marzo 07, 2006

EL TIEMPO

21:18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras.


El tiempo se hizo para que tú lo administres, no para el tl tiempo te administre a ti. Se sabio y disfrútalo

Si tienes padre, con ellos,
Si hijos, con ellos
Si solo esposo, con el
Si solo amigos, con ellos.

Recuerda que si miras atrás, y piensas, que buenos tiempos aquello o si lo hubiera aprovechado, es por que en el presente no lo estas disfrutando.

Recuerda que no es simplemente tiempo, sino calidad de tiempo.

POR ESO NO PIERDAS TU TIEMPO EN PELESAS CON AQUELLOS QUE UN DIA NO ESTARAN Y LUEGO LOS DESEARAS CONTIGO.

lunes, marzo 06, 2006

Nuestro Padre perdonador

Si tenemos un espíritu no perdonador hacia otra persona, nosotros mismos experimentamos una forma de esclavitud. Y aun peor es el encarcelamiento emocional resultante del sentimiento de culpa por la falta, y de la convicción de que Dios debe condenarnos por nuestro pecado. Si es así, no entendemos lo que es el perdón divino.

La Biblia nos da una demostración gráfica del perdón de Dios y de Su actitud hacia Sus hijos. En Lucas 15:11-24, el menor de dos hermanos recibe su herencia por anticipado y la derrocha. Se queda sin nada y debe trabajar entre cerdos, un oficio despreciable para un judío. Cuando, desesperado, regresa a su casa, es recibido con los brazos abiertos y con una fiesta. El hijo no hizo nada para ganar el perdón de su padre ni la alegría por su regreso. Para entender qué es el perdón, tenemos que comprender que la motivación de Dios para perdonar los pecados se encuentra sólo en Él y en Su amor. Al igual que el hijo pródigo, no podemos hacer nada para merecerlo.

El hijo rebelde “volvió en sí” (v. 17), es decir, recapacitó en cuanto a sí mismo, y en la situación que había creado. Lo mismo hacemos nosotros cuando nos arrepentimos: tenemos un cambio de mente. El arrepentimiento, aunque se espera de los creyentes, no es un requerimiento para el perdón. El problema de nuestro perdón ya se arregló por completo en la cruz, y se aplicó a cada uno de nosotros personalmente cuando recibimos a Cristo como Salvador. Nuestro arrepentimiento es un cambio de pensamiento en cuanto a nuestras acciones, que nos permite experimentar el perdón de Dios sin ningún sentimiento de culpa.

jueves, marzo 02, 2006

ENVEJECER SIN APRENDER NADA

«Son dos mil dólares», dijo Ana Roberts, y Alegría Rodrigo se los entregó con gusto. Ana Roberts, de ochenta y dos años de edad, y Alegría Rodrigo, de setenta y dos, estaban haciendo un negocio. A cambio de esos dos mil dólares, Ana Roberts le conseguiría los papeles de inmigración al hijo de Alegría.

Poco después, Ana Roberts le dijo otra vez a Alegría: «Si me da otros seis mil dólares, yo le consigo cupo a su hijo en la escuela politécnica.»

Pero Ana Roberts ni consiguió los papeles de inmigración ni cupo para entrar en la escuela. Alegría denunció a Roberts a la policía, y a la anciana la encarcelaron por fraude.

Sin embargo, no era la primera vez que la abuela de ochenta y dos años de edad hacía sus fechorías. Había sido acusada de intento de estafa varias veces.

«¡Esta mujer no aprende nunca!», manifestó el jefe de policía. A los ochenta y dos años sigue cometiendo estafas como a los treinta.

Es evidente que los muchos años, por sí solos, no traen sabiduría. He aquí una mujer que toda su vida trató de quedarse con el dinero de otros. Tenía una facilidad asombrosa para engañar, mentir y defraudar. En cincuenta años de vida adulta engañó, o procuró hacerlo, a cientos de personas. Al mismo tiempo, pasó por ser una buena madre y una dulce abuelita. Hasta formó parte de comisiones de ayuda social en la parroquia donde vivía.

Es realmente triste llegar a viejo sin haber aprendido a vivir. Se supone que los años sirven para adquirir sabiduría, pero no siempre es así. Lo cierto es que la verdadera sabiduría, la que le da a uno discreción, cordura, sensatez y virtud, no la obtenemos sólo por los años vividos.

¿Qué singular elemento se ve en la persona que es verdaderamente sabia? Es la capacidad de estudiar todas las proposiciones de la vida a la luz de sus consecuencias. Un niñito no tiene esa capacidad, y el adulto que no la tiene o no la usa es todavía un niño. La sabiduría consiste en examinar las opciones de la vida y anticipar cuales serán sus consecuencias.

¿Cómo se puede tener esa capacidad de saber de antemano cuál será la consecuencia que tal o cual actividad producirá? Hay una sola manera segura. Conociendo las leyes del Creador. ¿Y cómo se puede conocer sus leyes? Teniendo al Legislador en nuestro corazón. Invitemos a Cristo a que sea el Rey y Dueño de nuestra vida. De hacerlo así, seremos verdaderamente sabios.

d´un mensaje a la conciencia

miércoles, marzo 01, 2006

Nuestro Ayudador en la oración

Uno de los grandes estorbos para nuestra vida de oración, es la falta de perseverancia. Muchas veces las personas dejan de orar demasiado pronto. Sentimos que, por haber pedido, la respuesta debe llegar de inmediato, o nuestra necesidad ha de ser satisfecha rápidamente. Pero Dios no es un botones, esperando traernos justo lo que necesitemos en el momento que se lo pidamos. En la mayoría de los casos, tenemos que ejercer paciencia y seguir orando.

A todos los cristianos les ha sido dado el Espíritu Santo para sellar su relación con Dios, y es Él quien orienta a los creyentes sobre cómo orar (Ro. 8:26). Tenemos la idea de que debemos venir a Dios sólo cuando tenemos una necesidad. Sin embargo, la oración lleva a la intimidad con Él. Si Dios nos diera todo lo que quisiéramos cuando se lo pedimos, no seríamos capaces de entender la dinámica de nuestra relación; nunca aprenderíamos lo importantes que son la paciencia y la dependencia.

Pensemos en Pablo, quien nos dice que rogó tres veces que le fuera quitado su “aguijón en la carne”, antes de recibir la firme respuesta negativa del Señor (2 Co. 12:8). Esto probablemente se refiere a tres largos períodos en lo que Pablo oró por recibir alivio. Cuando hemos estado orando por mucho tiempo en cuanto a algo, y no sentimos que nuestras palabras están yendo a alguna parte, no es ése el momento de renunciar a seguir haciéndolo. Tenemos que seguir orando en medio de esa situación. Dios está escuchando con atención nuestro clamor, y Su Espíritu es nuestro compañero constante, aunque no podamos “sentir” Su presencia o Su ayuda.