jueves, agosto 09, 2007

Descansando en sus brazos

Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.

–(Hebreos 4:9,11)


El reposo de Dios: si consideramos la vida tan agitada y atareada que llevamos, ese reposo pareciera que es algo muy bueno, ¿cierto? Pero, ¿qué exactamente es ese reposo y cómo entramos en el?

En los capítulos tres y cuatro de Hebreos se compara el reposo de Dios a la posesión de la Tierra Prometida por los hijos de Israel. Esa tierra iba a ser un lugar donde todas las necesidades serían satisfechas; un lugar donde serían libres de los ataques de sus enemigos; un lugar del que nadie jamás podría echarlos. Lo único que tenían que hacer era entrar a la tierra y poseerla. Pero hubo algo que les impidió hacerlo: la incredulidad y la desobediencia.

Como creyentes, nosotros también tenemos la oportunidad de entrar a una Tierra Prometida de abundancia y paz; una tierra donde podemos descansar de nuestras luchas y disfrutar de la victoria de Dios. Para entrar en ella tenemos que hacer lo que los hijos de Israel no hicieron: debemos confiar en Dios y obedecer su voz.

¿Cómo se llega a ese punto de confianza y obediencia? Para llegar a ese punto es necesario conocer al Padre, y para conocerlo es necesario estar en comunión con Él por medio de la oración y de la Palabra: eso le traerá el reposo de Dios.

Nunca olvidaré cuando descubrí eso por primera vez. Había estado aprendiendo los principios de la fe y esforzándome por guardarlos. En ese entonces parecía que deshacerme de la duda y la incredulidad iba a ser difícil. Pero, entonces, un día empecé a concentrarme en cono¬cer al Padre en lugar de solo conocer acerca de Él. Cuando lo hice, Él empezó a darse a conocer. Me dio muestras de su corazón, de su naturaleza y de su amor. Cuando me mostró cuánto quería hacer por sus hijos, mi lucha se convirtió en paz, mi duda en confianza y mi temor en obediencia firme. Entonces, pude entrar en su reposo.

Propóngase conocer a su Padre; dedíquese a esa tarea; procure ese conocimiento. Él tiene una Tierra Prometida de reposo que le está esperando.

miércoles, agosto 08, 2007

Tu boca define tu futuro

Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios.

–(Salmo 141:3)


¿De veras cree usted que necesita guardar su boca? La mayoría de los creyentes no lo creen. Ponga atención a lo que dicen y se dará cuenta de ello. Por ejemplo, cuando se trata de la salud, dicen que confían en Dios; pero uno los oye decir: "Estoy seguro de que me va a dar gripe; todos los años me da".

¿Cree usted que esas personas tienen lo que dicen?

¡Claro que sí! Pregúnteles unas semanas después y su respuesta será que sí se enfermaron, tal como lo habían dicho. Pero si usted trata de decirles que hay cierta relación entre las palabras que dijeron y la enfermedad que adquirieron, lo mirarán como si estuviera loco.

Ahora, si esas personas escudriñaran la Palabra de Dios y entendieran lo que dice acerca del tema, se darían cuenta de que las palabras que hablan tienen un gran impacto en sus vidas y definen, casi literalmente, su futuro. Si usted es creyente nacido de nuevo, ya habrá visto los ejemplos más poderosos de ese impacto. Usted creyó con su corazón y confesó con su boca que Jesús es el Señor, y esas palabras cambiaron el curso de su vida por la eternidad. Usted sabe por experiencia propia el poder que tienen las palabras.

No obstante, si usted es como yo, se habrá dado cuenta de que es difícil ser constante cuando se trata de hablar palabras llenas de fe. Yo he estado haciéndolo por muchos años; sin embargo, a pesar de todo ese tiempo y de todas las experiencias que he tenido, siempre debo tener cuidado con mis palabras.

El mundo que le rodea va por la corriente negativa. Como un río caudaloso, el mundo siempre está tratando de arrastrarle para que usted siga esa corriente. Pero cuando usted vive por fe y habla palabras de fe, es como estar remando contra la corriente. Puede hacerlo, pero es un trabajo muy arduo. Nunca podrá darse el lujo de tomarse unas vacaciones en ese trabajo. Si usted afloja un poquito, la corriente empezará a llevárselo río abajo.

Decídase ahora mismo a guardar la puerta de sus labios y a llenar su boca constantemente con la Palabra de Dios: "Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones" (Proverbios 4:20). Haga de la Palabra de Dios su guarda, y todo lo que diga le llevará un poco más río arriba.

martes, agosto 07, 2007

Yo soy importante

Entonces dijo: «Vaya borrar de la tierra al ser humano que he creado. y haré lo mismo con los animales, los reptiles y las aves del cielo. ¡Me arrepiento de haberlos creado!» (Génesis 6:7,8).

Una de las mentiras más perjudi­ciales que el diablo le haya dicho es: "Usted no es impor­tante." Nunca crea eso. ¡Usted es importante! Cada miembro nacido de nuevo en la Iglesia de Jesucristo tiene una parte que cumplir en el plan de Dios. El tiene algo para que haga que nadie más puede hacerla como usted puede. Si no toma su lugar y hace su parte, las cosas no estarán del todo bien. Puedo escucharlo pensar: "Gloria, yo soy sencillamente una persona. ¿Qué puedo hacer que sea tan signifi­cativo?"

Mire en Génesis 6 y verá la respues­ta a esa pregunta. Allí verá que la gente en la tierra se había vuelto tan perversa , que Dios se había arrepentido de haber­la creado. El estaba listo para raer a todos los habitantes, pero no lo hizo. ¿Por qué? A causa de un hombre: ¡Noé! Un hombre obediente salvó a la raza humana. Piense en eso. ¿Qué habría pasado si Noé hubiera dicho: "Bueno, esto es demasiada presión para mí Yo no puedo vivir rectamente delante de Dios en me­ de esta generación impía.

Quiero decir que todos a mi alrededor están viviendo de otra forma. Todo hombre a mi alrededor concibe sólo maldad en su corazón. De todos modos yo no puedo influir en este mundo tenebroso. Sólo soy un hombre"?

Gloria a Dios, Noé no dijo eso. El no se imaginó a sí mismo como un hombre insignificante cuya vida no importaba. Según Hebreos, se vio a sí mismo como un hombre a quien Dios le había habla­do, y por la fe obedeció a Dios. Y por eso terminó siendo el único que se interpuso entre la humanidad y la des­trucción total.

La próxima vez que sea tentado a quitarle importancia a las instrucciones de Dios y a ser desobediente, la próxi­ma vez que se sorprenda a sí mismo pensando: "No importa lo que yo ha­ga", recuerde a Noé. Considere el he­cho de que, ya sea que lo comprenda o no, Dios cuenta con usted para llevar a cabo su parte en el plan de Dios. Viva como si usted fuera alguien importante en el reino de Dios. Tarde o temprano, usted se dará cuenta de que lo es.

Yo soy importante

Entonces dijo: «Vaya borrar de la tierra al ser humano que he creado. y haré lo mismo con los animales, los reptiles y las aves del cielo. ¡Me arrepiento de haberlos creado!» (Génesis 6:7,8).

Una de las mentiras más perjudi­ciales que el diablo le haya dicho es: "Usted no es impor­tante." Nunca crea eso. ¡Usted es importante! Cada miembro nacido de nuevo en la Iglesia de Jesucristo tiene una parte que cumplir en el plan de Dios. El tiene algo para que haga que nadie más puede hacerla como usted puede. Si no toma su lugar y hace su parte, las cosas no estarán del todo bien. Puedo escucharlo pensar: "Gloria, yo soy sencillamente una persona. ¿Qué puedo hacer que sea tan signifi­cativo?"

Mire en Génesis 6 y verá la respues­ta a esa pregunta. Allí verá que la gente en la tierra se había vuelto tan perversa , que Dios se había arrepentido de haber­la creado. El estaba listo para raer a todos los habitantes, pero no lo hizo. ¿Por qué? A causa de un hombre: ¡Noé! Un hombre obediente salvó a la raza humana. Piense en eso. ¿Qué habría pasado si Noé hubiera dicho: "Bueno, esto es demasiada presión para mí Yo no puedo vivir rectamente delante de Dios en me­ de esta generación impía.

Quiero decir que todos a mi alrededor están viviendo de otra forma. Todo hombre a mi alrededor concibe sólo maldad en su corazón. De todos modos yo no puedo influir en este mundo tenebroso. Sólo soy un hombre"?

Gloria a Dios, Noé no dijo eso. El no se imaginó a sí mismo como un hombre insignificante cuya vida no importaba. Según Hebreos, se vio a sí mismo como un hombre a quien Dios le había habla­do, y por la fe obedeció a Dios. Y por eso terminó siendo el único que se interpuso entre la humanidad y la des­trucción total.

La próxima vez que sea tentado a quitarle importancia a las instrucciones de Dios y a ser desobediente, la próxi­ma vez que se sorprenda a sí mismo pensando: "No importa lo que yo ha­ga", recuerde a Noé. Considere el he­cho de que, ya sea que lo comprenda o no, Dios cuenta con usted para llevar a cabo su parte en el plan de Dios. Viva como si usted fuera alguien importante en el reino de Dios. Tarde o temprano, usted se dará cuenta de que lo es.

lunes, agosto 06, 2007

Usted tiene que tomar la decisión

Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá. Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban.
–(Marcos 5:22-24)

Me pregunto: ¿cuándo va Dios a hacer algo acerca de este problema? ¿Alguna vez se ha hecho usted esa pregunta? Si es así, se sorprenderá al descubrir que la respuesta depende cien por ciento de usted.

Hay un caso en Marcos 5 que le mostrará lo que quiero decir. Jesús acababa de bajar de una barca y la gente lo estaba apretando, "rodeándole". La gente le había hecho retroceder a la playa cuando, súbitamente, venía un hombre pasando en medio de esa multitud para llegar a Jesús.Marcos registra que el hombre se postra a los pies de Jesús y le ruega, diciendo: "Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella... y vivirá".

Piense en esa situación por un momento. Aquí hay un hombre que en el campo político equivale al alcalde de la ciudad. Pero está tan decidido a llegar a Jesús que se abre paso a través de la muchedumbre y hace suficiente espacio para caer a los pies de Jesús. Él ha tomado una decisión y cuando llega a Jesús, dice exactamente lo que es: Pon las manos sobre ella y vivirá.

Permítame preguntarle algo: ¿Quién cree usted que está dirigiendo el ministerio de Jesús aquí? ¡Este hombre! Un hombre que ha tomado una decisión. Cuando él declara esa decisión, Jesús no dice nada. Él sólo deja lo que está haciendo, se vuelve y le sigue. En una multitud literalmente de miles, la decisión de fe de un hombre dirige las actividades de Jesús.

¿Qué significa eso para usted? Significa que si usted está sin hacer nada, esperando que Jesús decida sanarle, que decida ayudarle y que decida prosperarle y darle la victoria, usted va a estar esperando por mucho tiempo. Porque no es Jesús quien tiene que tomar la decisión, sino usted.

viernes, agosto 03, 2007

Déjelas brotar

Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eternal.

–( Juan 4:14)


Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, humildad, templanza: son fuerzas poderosas que la Biblia llama el fruto del Espíritu. Son las cualidades de la naturaleza de Dios, y cuando el Espíritu Santo entró en nosotros, trajo esas cualidades consigo para impartirlas a nuestra vida. Son cualidades que tienen la particularidad de borbotear dentro de nosotros, de brotar como un manantial que constantemente nos protege y limpia de adentro hacia fuera.

¿Alguna vez ha notado que no se puede echar basura en una fuente de agua? El chorro de agua que brota con fuerza desde su interior la mantiene limpia y la protege de impurezas externas. De la misma manera trabaja la fuente espiritual dentro de usted. Cuando usted deja que el amor, el gozo, la paz, la benignidad y las otras fuerzas espirituales broten de su interior, el diablo no podrá echar su basura dentro de usted.

¿Qué hay que hacer para que el Espíritu esté fluyendo? Hay que llenar el corazón con la Palabra de Dios hasta que las fuerzas de vida eterna empiecen a borbotear. Un poco al principio, y después más fuerte y más alto. Decida mantener esas fuerzas brotando constantemente de la fuente de su corazón. No permita que el egoísmo y el pecado detengan la corriente. Dentro de usted hay un manantial imparable de fuerzas vivas, ¡déjelas brotar!

jueves, agosto 02, 2007

Nuestra victoria

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.

–(Josué 1:9)


La confianza en Dios produce valor. El valor no es algo que la mente produce, sino que viene de creer en lo que Dios dice a pesar de las circunstancias. El valor viene de la fe.

¿De dónde viene el desaliento? Viene del temor y la incredulidad; viene cuando usted presta atención a las mentiras del diablo acerca de lo que Dios no va a hacer por usted.

Como hijos de Dios, debemos desechar el desaliento y armarnos de valor. Debemos dejar de fijarnos en nuestras habilidades, fallas y limitaciones y empezar a fijarnos en Dios. Debemos levantarnos en el nombre de Jesús y en el poder del Espíritu y establecer el reino de Dios en la tierra.

Si usted se ha sentido desanimado últimamente, deje de prestar atención a las mentiras de Satanás y a las malas noticias. Si alguien le dice que Dios no va a liberarlo, dígale que Él ya lo hizo en el nombre de Jesucristo.

Una vez que usted se dé cuenta de quién es y de lo que ha recibido por el poder de Dios, no le permitirá más al enemigo hacer lo que quiera con usted. Que usted se esfuerce y sea valiente no es una sugerencia, sino un mandato de Dios.

Ahora, que mas deseas que te diga, cuantas veces Dios te a hablado en estos dias, que necesitas para empezar a actuar, dices Dios ma ha hablado a traves de estas palabras, pero no has accionado, por ultimo hoy te dice:

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente. Alcanza la victoria en tu vida, pues ya yo te la he dado, solo falta que la creas.

miércoles, agosto 01, 2007

Active su bendición

Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

–(Romanos 10:10)


¿Necesita usted un milagro? Entonces, créalo, confiéselo y recíbalo.

"Pero, Gloria, yo no sé si pueda hacer eso".

Sí, ¡usted puede! Ya lo ha hecho. Cuando hizo a Jesucristo el Señor de su vida, usted creyó en el mayor milagro del universo, lo confesó y lo recibió: el milagro de un espíritu renacido. Cualquier otro milagro que usted reciba vendrá de la misma manera.

Se empieza por renovar la mente y el corazón creyendo lo que la Palabra de Dios dice en cuanto a la necesidad en particular que uno tenga. Muchos tratan de pasar por alto este paso. Tratan de creer que van a recibir su milagro pero no se toman el tiempo para que la Palabra transforme su mente y su corazón; solo quieren confesarlo con su boca y que aparezca al instante. Pero no será así, porque lo que uno cree con el corazón y confiesa con la boca es lo que recibirá.

Si usted aún no tiene suficiente fe para creer que recibirá el milagro que necesita, entonces no lo recibirá: "la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios" (Romanos 10:17). Así que, empiece a llenar los oídos de su corazón con la Palabra hasta que nazca la fe para su milagro. Eso fue lo que hizo la mujer con el flujo de sangre. Ella creyó en su corazón que Jesús la sanaría, luego lo confesó en voz alta con la boca y después actúo sobre esa fe, y recibió su milagro.

Jesús no fue quien tomó la decisión. Él no dijo: "Creo que hoy haré un milagro en la vida de esa pobre mujer". Ella fue la que lo hizo realidad al conectar su fe al poder de Dios. Por eso Jesús le dijo: "... hija; tu fe te ha salvado" (Mateo 9:22).

Usted tiene la misma oportunidad hoy en día. El poder de Dios está presente en todo lugar. Su fe conectará ese poder a su vida, a su cuerpo o a sus circunstancias. Así que, busque al Señor Jesucristo, y crea, confiese y reciba su milagro hoy.